La Ley General de Crédito Rural, publicada en 1976, derogó a la de Crédito Agrícola de 1955.
Entre sus principales aportaciones se encuentra una nueva visión en cuanto al crédito del campo, ya que anteriormente las sociedades locales buscaban obtener créditos específicamente agrícolas o ganaderos, y a partir de su creación los créditos agropecuarios contemplan también, la comercialización y la industrialización de los productos rurales. Esto mismo, da pie a la transformación de las sociedades locales de crédito agrícola en sociedades de producción rural.
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