La “enfermedad de Panamá” acabó con las bananas Gros Michel en la década de los 50 y es muy probable que acabe con las Cavendish en los años próximos.

Los plátanos son unas frutas muy curiosas: son consideradas bayas como las uvas o los tomates, el “árbol” del que provienen no es tal sino una hierba (la más grande del mundo, de hecho) y casi todas las que se comercializan en el mundo son clones. La variedad Cavendish, esa banana arquetípica, amarilla y perfecta que vemos en todos los supermercados del mundo es una copia genética exacta del 95% de las otras bananas del mundo. Ya sabemos que estos plátanos son unos GMO’s que los humanos creamos a lo largo de generaciones de cruzas selectivas hasta encontrar una fruta dulce, atractiva y fácil de transportar.

Estas mismas características volvieron famoso otro cultivar conocido como Gros Michel, la misma variedad que dio origen al término “república bananera”. Pero las plantas que se reproducen por partenogénesis (del griego para nacimiento virgen) como en los cultivos modernos de bananas tienen una gran desventaja: al no intercambiar material genético por la vía sexual, la falta de mutaciones las vuelve propensas a sucumbir todas al mismo patógeno de manera ininterrumpida. Así acabó la “enfermedad de Panamá” con las bananas Gros Michel en la década de los 50 (he leído que eran más grandes y deliciosas, nada menos), y es muy probable que acabe con las Cavendish en los años próximos.

Fusarium es un hongo que vive en el suelo e incluye más de veinte especies diferentes. Ataca a cientos de especies vegetales en todo el mundo infectando el xilema, uno de los componentes leñosos de las plantas, lo que provoca la pérdida de agua y minerales y su posterior amarillamiento y muerte. Una especie de este hongo identificada como F. cubense se detectó en cultivos de Surinam y otros países del Caribe a principios de los 50, donde en menos de ocho años se extendió por toda América Central y del Sur en miles y miles cultivos de plátano que no ofrecían ninguna resistencia. Afortunadamente para la industria, Cavendish estaba ahí para reemplazar a Gros Michel en esos cultivos, al menos por unas décadas.

El problema con estos hongos es que una vez que su micelio se extiende en el subsuelo permanece de manera durmiente casi para siempre, los métodos que conocemos para eliminarlo son tan tóxicos para el ambiente que están prohibidos en casi todo el mundo. Si a esto sumamos la oposición de la masa de consumidores a los beneficios de un plátano genéticamente modificado que podría salvar el cultivo de Cavendish, sólo quedan los métodos tradicionales de cría selectiva (a la que nadie se opone, no entiendo por qué). Por desgracia, una variedad que se ha reproducido de manera asexual por varias décadas presenta serios problemas para su reproducción sexual, como están comprobando científicos de todo el mundo; es decir, las plantas cuentan con partes femeninas y masculinas, pero están demasiado acostumbradas a no usarlas y reproducirlas de manera “natural” que esto se ha vuelto un verdadero dolor de cabeza para los botanistas.

Para más INRI, la verdad es que ya contamos con una variedad de Cavendish resistente a la TR4 (nueva variedad de la enfermedad de Panamá). En 2019, el Dr. James Dale, de la Universidad Tecnológica de Queensland, Australia, anunció que él y su equipo habían logrado reingenierizar la Cavendish, insertando un sólo gen que la vuelve inmune a TR4. El resultado es un plátano exactamente idéntico al Cavendish regular, con el único beneficio de ser inmune a esta nueva variedad de Fusarium. Desgraciadamente la Unión Europea, que actualmente importa alrededor del 20% de la producción mundial de frutas, se opone de manera tajante a los GMO’s, y el resto del mundo no los ve con muy buenos ojos.

Esto, aunado a las dificultades de crear rápidamente una variedad inmune al TR4 utilizando la selección artificial nos pone en la difícil situación de tener que decidir entre producir un nuevo cultivo inmune a la enfermedad que está acabando con él, o dar rienda suelta a nuestros miedos hacia la ingeniería genética. Al igual que con temas relacionados con la medicina y nuevos tratamientos en materia genética, las palabras del Dr. Gale sirven para ilustrar ambos puntos, “El mundo ha encontrado una solución científica, pero no una política”. Y es la política por desgracia, y no la ciencia, la que toma las decisiones por la raza humana.