miércoles , 5 agosto 2020
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Cortadores de mango, un estilo de vida por necesidad

CARLOS HERNÁNDEZ. CRÓNICA DE XALAPA.

XALAPA, Veracruz. La vida en el campo siempre es difícil, hay temporadas buenas y otras no tanto, pero la alegría, la solidaridad, el compartir el pan y la sal, son de los momentos que ofrece este sector de la sociedad que sin conocerte te ofrece lo más preciado de la vida, el valor y calidad humano.

Crónica de Xalapa recorrió el campo veracruzano en la localidad La Esperanza, municipio de Actopan, donde los cortadores de mango arriesgan sus vidas por 200 pesos diarios por un trabajo de 8 de la mañana a 5 de la tarde.

Aún así, en las grandes urbes esta jugosa fruta es regateada por los consumidores que se les hace caro pagar 10, 15 o 20 pesos el kilo, sin pensar en esas manos trabajadoras y familias que dependen de esto.

La vida en el campo siempre ha sido flagelada por autoridades, pero principalmente por la sociedad que se le hace más fácil adquirir el producto en un supermercado transnacional por “mejor calidad”, con magos madurados con hormonas y no comprar en un mercado local sin estimulantes.

Trepando frondosos árboles hasta la copa, a una altura superior a los 10 metros, Francisco Bautista y su padre Othon, se cuelgan de las ramas del mangal en compañía de Gustavo Adolfo, Miguel Hernández López y Miguel Ángel López González.

Entre los cinco forman una familia, que se cuidan y procuran. Tienen una hora de comida al día mientras trabajan, la cual departen con gusto y alegría.

Después de la comida regresan al trabajo, de nueva cuenta a trepar los árboles y llenar las taras de mango para subirlas a una camioneta de color verde carcomido por el paso del tiempo.

El sol está con intensidad, pero bajo la sombra del árbol se siente más fresco, la tarde se la pasan entre risas y albures.

“No vayas a poner que nos gusta hacer esto, pero es lo único que sabemos hacer”, coinciden.

La vida en el campo inicia desde los 14 o 15 años, va dependiendo de las posibilidades de cada familia para solventar los estudios de los hijos y los gastos del hogar, pero es más una necesidad volcar sus vidas en las tierras que los vio nacer.

El mango es llevado a unas bodegas, en La Bocanita, donde se selecciona, se empaca y se traslada a la Central de Abastos de la Ciudad de México, sitio de distribución a otras entidades.

El corte de mango termina la próxima semana, ahora se preparan para la cosecha de erizos, pero también de sandía, pepino, maracuya y malanga.

 

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