ALBERTO GARCÍA. CRÓNICA.
Son parte del 80 por ciento de vacunados que refiere el gobierno mexicano en su campaña de contención del Coronavirus; no obstante, su regreso al norte como trabajadores está en riesgo, pues se les vacunó con cansino y sputnik, fármacos no reconocidos por las autoridades de Estados Unidos…
“De que sirve cuidarse y protegerse si no me permiten trabajar en Estados Unidos, uno ve por el bienestar de su familia, ¿y ahora cómo le hago para irme? La temporada de fresas ya está por comenzar”, comenta Orlando Terreros, originario de Tlaxcala que recibió la vacuna Sputnik V. Está vacunado, pero perdió su trabajo temporal como recolector de fresas en Estados Unidos porque este país no reconoce la eficacia del fármaco ruso.
Orlando cuenta a Crónica que, desde la llegada del Coronavirus, los contratos para trabajar en el extranjero se redujeron drásticamente, lo que afectó a muchas personas de Nanacamilpa, Tlaxcala, debido a que esto es la parte fundamental de los ingresos de familias en ese pueblo mágico, turístico por la presencia de luciérnagas en gran cantidad.“Como trabajador migrante del campo cuento con una visa de trabajo para poder cruzar al otro lado, son 6 meses los que estamos trabajando, diciembre es una de las fechas más fuertes para nosotros, pero este año será imposible conseguir el contrato debido a las restricciones por el COVID-19”, comenta desanimado.
Señala que desde el mes pasado empezó la jornada de vacunación en Nanacamilpa. Al igual que el resto de sus compañeros de trabajo, él fue inmunizado con la vacuna Sputnik V, pero desconocía que ésta no es aceptada en Estados Unidos.
“Me arrepiento de haberme vacunado, de saber que esta vacuna no estaba permitida, habría ido a la CDMX como muchos de aquí le hicieron. Si me vacuné es porque no tenía otra alternativa, era eso o poner en riesgo a mi familia”.Por su parte, Luis Pérez cuenta que él sí tuvo que viajar a la Ciudad de México para después trasladarse a Tijuana en donde fue vacunado con Pfizer. “No es que tenga mucho dinero, pero tenía que hacerlo porque una parte de mi trabajo me exige cruzar la frontera; muchos de aquí se quedaron sin contrato y todo por no tener la vacuna adecuada”, señala el joven de 20 años.
De acuerdo con los entrevistados, son más de 50 personas en el municipio los que quedaran fuera de las jornadas de trabajo debido a la aplicación de vacunas no permitidas por las autoridades extranjeras.
Jorge Hernández, otro de los vecinos, tuvo que viajar hasta Puebla para poder ser vacunado con el fármaco de Pfizer; agrega que dos de sus hijos tuvieron que recurrir al mismo método con tal de ser contratados una temporada más.
“Desde el cierre de las fronteras y las restricciones impuestas por los gabachos, los requisitos para trabajar en Estados Unidos han sido más estrictos, tenemos que recurrir a esta alternativa o de plano quedarnos sin trabajo”.
Asegura que al igual que sus hijos solo espera el llamado de su patrón para que en diciembre puedan dirigirse a Canadá en donde trabajaran durante 6 meses en el campo.
Debido a la falta de información, muchos de los afectados han optado por buscar permisos especiales para ser vacunados en el extranjero, aunque hasta el momento no han tenido una respuesta clara por parte de las empresas en las que laboran.
“Llevo tres años trabajando con un contratista, en el mes de diciembre nos dedicamos a la pesca de camarones en Nueva Orleans, nos dijeron que ellos nos conseguirían el permiso para cruzar y vacunarnos, pero hasta el momento no hemos sabido nada de los patrones”, comenta Rubén a Crónica.
Señala que, de no ser llamado para ir a trabajar, tendrá que usar los ahorros que tenía para pagar a un coyote y cruzar de forma ilegal.
“Se que puedo perder mi visa de trabajo, pero no tengo de otra aquí no hay trabajo de nada, mi única alternativa seria cruzar a los ángeles en donde tengo familia esperándome”.
Los afectados esperan que las autoridades extranjeras puedan ser más flexibles con el tema de vacunación pues aseguran que estar protegidos nunca les había costado tan caro.