ALEXANDRA ZENZES. EL SOL DE MÉXICO.
Muchos se preguntan por qué se dedica un día para conmemorar a la vida silvestre. El motivo principal es porque son seres vivos que deben ser conservados y no explotados; esto último ha llegado a tal nivel que actualmente hay una lista larga de varias especies de flora y fauna ya extintas o, en el mejor de los casos, su estatus se encuentra catalogado como especies en peligro de extinción. Lo más lamentable de esta realidad es que no se debe a fenómenos naturales del equilibrio ecológico sino que es provocado, en gran medida, por las actividades de comercio ilegal de la vida silvestre.
La interacción entre las especies de animales y de flora que habitan un ecosistema específico, garantiza el equilibrio ecológico natural, es decir, que sí se cumplen las muy variadas funciones que juegan como son ser dispersores de semillas, control del crecimiento de especies, control de plagas, por citar algunas de ellas, además de las de existencia, crecimiento, y reproducción. Lo maravilloso de la vida silvestre es que cumplen de manera innata con todas estas funciones para garantizar el equilibrio de los ecosistemas y brindarle así, a la humanidad, los servicios ambientales necesarios para vivir en la tierra.
En su hábitat original, los animales encuentran todo lo que necesitan para cumplir su ciclo de vida, garantizando el equilibrio del sistema natural. Algunas especies viven en pareja, otros en manada y otros son gregarios; por eso es que la conservación del hábitat para las necesidades de cada uno de ellos es fundamental. Desafortunadamento lo que debería de ser algo natural y ético, que es el respeto del ser humano por la vida silvestre y su entorno, no siempre se cumple.
Los países con mayor biodiversidad son los que se enfrentan más a este tipo de actividades ilícitas. En el continente americano son Brasil, Colombia, Perú y Mexico los más afectados, mientras que Estados Unidos y los países europeos, son los principales demandantes de las especies silvestres. La situción se agrava aún más con la creciente demanda de especies exóticas para los coleccionistas, rubro en el que también se mueven sumas millonarias de dinero.
Elefantes, tiburones y tigres son las especies más amenazadas actualmente. Por ejemplo, en el caso del tigre, de 100 mil ejemplares que había hace mas de 50 años, hoy quedan menos de 4 mil ejemplares en hábitat natural y alrededor de 5, 200 tigres en cautiverio en manos de coleccionistas; esta cifra no incluye a los zoológicos ni centros de investigación. Este es sólo un ejemplo de situaciones que debemos frenar, evitar y castigar.
No cabe duda que los gobiernos y los organismos internacionales realizan esfuerzos por regular el manejo clandestino de la vida silvestre y fomentar la conservación de las especies en su hábitat natural. Pero la corrupción, la falta de cumplimiento de la ley y la falta aplicación de sanciones económicas y hasta penales, hace que las acciones de conservación y protección sean laxas y, por lo tanto, no alcancen su objetivo.
Debemos fomentar políticas públicas dirigidas a que la captura de las especies de vida silvestre deje de ser atractiva para las comercializadoras, principalmente rurales, que viven de este mercado ilegal. El turismo de conservación debería arrojar números similares a las ganancias que deja el mercado ilegal de vida silvestre.
También se deben implementar medidas orientadas a la disminución de las demandas de especies de flora y fauna silvestre. Ya que mientras que existan estos compradores, será muy difícil acabar con dichas prácticas.
La vida silvestre está supeditada a un esquema de mercado sencillo de oferta y demanda. Reimpulsar esquemas de pago por servicios ambientales ayudaría a proteger a las especies silvestres y a disminuir su extracción ilegal. Si estos ingresos económicos los reciben directamente las comunidades locales, se hacen corresponsables en la protección de la vida silvestre y generarán así una externalidad positiva. Pero para ello es fundamental que los gobiernos destinen una parte de los recursos públicos para fomentar este tipo de proyectos.
En México, específicamente, necesitamos que los tres órdenes de gobierno impulsen con mayor contundencia dichos esquemas y fortalezcan las actividades de conservación y fomento ordenado de la vida silvestre, y que de la mano con las organizaciones no gubernamentales, la academia y los privados, construyamos un andamiaje institucional más sólido para una verdadera conservación de la vida silvestre.
Ambientalista