SORAYA PÉREZ. EL ECONOMISTA.
Una Zona Económica Especial (ZEE) es una herramienta fundamental para un desarrollo más equilibrado entre regiones, pues permite dotar de oportunidades a las entidades menos beneficiadas de la actividad económica nacional. De ahí que resulte contradictorio que el presidente mantenga, por un lado, un mensaje de apoyo a los estados más marginados, y, por el otro, que sus funcionarios anuncien irresponsablemente que podría desaparecer este proyecto por no considerarse prioritario. Esta inadmisible decisión sería muy delicada para el sur-sureste de nuestro país, en especial para Tabasco, que lleva 14 trimestres consecutivos con decrecimiento económico, y que además se encuentra en los primeros lugares de pobreza y con los peores índices de inseguridad.
En México, el crecimiento regional ha sido desproporcional; los estados de la zona sur han sido, por décadas, los menos beneficiados y, como sociedad, no podemos permitir que estas diferencias sociales y económicas existan entre los mexicanos. Para muestra, podemos mencionar que, a partir de la apertura comercial con Estados Unidos y Canadá, los estados de la frontera norte han crecido económicamente casi 50%, mientras que los del sur tan sólo 7 por ciento.
Para revertir esta penosa situación se establecieron las Zonas Económicas Especiales, generando condiciones extraordinarias para la atracción de casi 10,000 millones de dólares en inversiones, lo que, a su vez, representa la generación de miles de nuevos empleos en los próximos años. Si bien esta transformación no puede ser inmediata, las ZEE comenzaban a dar sus primeros frutos y, en el mediano y largo plazo, se esperaba un incremento sustancial en productividad y en niveles de competitividad de la región.
Por ello es que organizaciones empresariales como la Canacintra han señalado que una decisión de esta naturaleza pondría en riesgo el rescate económico de los estados más rezagados. La Coparmex, por su parte, aseguró que la confianza de los inversionistas extranjeros sobre nuestro país caería aún más; un lujo que, sin duda, no podemos costear. Y prácticamente todos los líderes del Consejo Coordinador Empresarial en sus respectivos estados han hecho un llamado a tomar con más seriedad este tipo de declaraciones.
Son innumerables las bondades de este moderno proyecto, sin embargo, como diputada federal, insistiría en la importancia de transparentar los análisis que los llevan a anunciar este tipo de noticias, así como el conocer la alternativa que modificará lo que hoy está bajo el paraguas de la Ley Federal de Zonas Económicas Especiales, porque, en todo caso, hasta la fecha no hemos recibido en la Cámara ninguna propuesta de reforma a dicha legislación.
La desaparición del programa de Zonas Económicas Especiales, sumado a otras decisiones del Gobierno, ha puesto una vez más a nuestro país en el ojo de las calificadoras internacionales, mismas que no encuentran ninguna señal positiva sobre la certeza de próximas inversiones en México.
Resulta paradójico que, a pesar de los vastos recursos naturales, energéticos y, sobre todo, humanos del sur-sureste, millones de familias aún vivan en condiciones de pobreza y marginación. Para cambiar esta historia de desigualdad y rezago, es indispensable elevar su productividad, tener nuevos motores económicos y establecer las condiciones estructurales para generar mayor riqueza y oportunidades de desarrollo para la población; razón principal por la que exhortó a las autoridades federales a analizar de manera imparcial y transparente esta decisión, ya que, de hacerlo correctamente, se darán cuenta de que eliminar las zonas económicas es inadmisible.