Más de 10 mil trabajadores agrícolas migraron entre enero y octubre de la zona de La Montaña de Guerrero para encontrar mejores oportunidades, asegura el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan.
TLAPA, Gurerero. Entre enero y octubre de este año migraron 10 mil 572 jornaleros de los campos de laMontaña de Guerrero a los de los estados del norte del país para sobrevivir, aliviar la pobreza y la falta de oportunidades, según el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan.
La migración sólo tiene una explicación en la que coinciden tanto jornaleros como las organizaciones que los acompañan procurando que su camino no sea en total abandono: falta de trabajo y pobreza.
«(Migran) por la pobreza, porque aquí no hay trabajo, más que la cosecha, siembran en junio, cosechan en octubre-noviembre, pero ya en diciembre ya no hay trabajo y ahora sí ya se van a trabajar”, dice el responsable de la Casa del Jornalero en Tlapa, Miguel Martínez. Esta casa es el punto de concentración de todos los campesinos, un refugio y asistencia para ellos.
Salimos por la necesidad, aquí se pasa el tiempo y después ya no hay trabajo”, narró Patricia Villanueva en entrevista en su casa un día antes de salir. Coincide con ella Rocío Ramírez, quien después de 24 años de migrar decidió parar tratando de dar estabilidad escolar a sus tres hijas.
Ambas viven en la comunidad de Ayotzinapa, ubicada a unos 40 minutos de Tlapa. Para llegar hay que salir de la carretera federal y bajar por un camino de terracería rodeado de cerros y campos de maíz, que para estas fechas ya lucen amarillentos por el color de la hoja seca, característica del final de la temporada.
Casas de cemento y dos pisos son comunes a pesar de que en las mesas sólo haya tortilla, frijol o quelite para comer. Estas casas son producto de hasta 20 años de migración, algunos en Estados Unidos y otros en Sinaloa, Zacatecas, Nayarit o Durango.
—¿Cuánto ganan allá (en Sinaloa)?
—Alguien que puede cortar saca en un día entre 120 y 130 pesos, depende de la planta”, explicó Patricia, aunque dijo que también pueden haber días de 80 pesos, la cantidad de dinero no es segura.
De su familia se van ocho personas, siete adultos y un menor permanecerá en guardería. Con un promedio de 100 pesos por día de trabajo, entre todos juntarán 700 pesos diarios durante los 6 meses que estén allá, aunque no todo es ganancia, allá tienen que comprar despensa.
El viernes desgranaron el maíz que sembraron y quedará guardado esperándolos para mayo, cuando regresen. El sábado es hora de sacar las maletas y esperar las camionetas que los llevará a los autobuses para partir hasta Culiacán.
La familia de la señora Juana también migró a Sinaloa. Sus cuatro hijos, dos nueras, diez nietos y su esposo hicieron el viaje este año huyendo de la extrema pobreza. De los 18 que son sólo trabajarán ocho.
Juana no sabe cuántos años tiene, calcula que 45, su español es limitado, no sabe leer ni escribir. Si no fuera jornalera sólo ganaría alrededor de 10 pesos al día tejiendo dos sombreros de palma. La docena se la pagarían en 105 pesos y se tardaría alrededor de una semana en terminarla.
«Aquí no hay dinero. ¿Con qué voy a comprar alimentos?, mejor me voy a trabajar (a Sinaloa)”, aseveró mientras lava sus trastos para guardarlos por los próximos seis meses.
Rocío Ramírez es exjornalera, al menos hasta ahora. Después de 24 años decidió parar con el fin de dar condiciones de estabilidad a sus tres hijas, para que vayan a la escuela, “para que sepan defenderse”.
Éste es el tercer año consecutivo que no se va, pero no descarta volver a empacar porque la siembra de maíz no les alcanza para mantenerse como familia. Sí podrían comer si no migran, pero nada más, según cuenta en un recorrido sobre su campo de maíz.
Rocío se convirtió en activista después de años de recibir abusos. Es la única que reconoce que hay explotación en los campos. Dice que hay discriminación desde que los transportan en camiones sin baño, maltratos de los choferes, sueldos miserables por hasta 10 horas de trabajo y, en algunos casos, cuartos deplorables que los patrones les proporcionan para su estadía.
Su principal lucha es que haya un sueldo mínimo de 300 pesos diarios para todos los jornaleros, pero el gobierno federal “ha tenido oídos sordos” para su propuesta. Sólo ha logrado una reunión en la Secretaría del Trabajo en donde le prometieron dar seguimiento.
«Yo digo con sus palabras: nos pagan una miseria, yo soy mamá de 3 niñas y no me alcanza con que me paguen 150 pesos al día, al menos yo digo que se nos pague lo justo, de 300 pesos lo que estamos exigiendo, 300 pesos diarios (…) Allá nos explotan, nos gritan, nos regañan, nos corren de nuestro trabajo y ¿quién te defiende? Nadie”.
Tlapa es el municipio que más jornaleros expulsa de Guerrero, entre enero y octubre de 2021 salieron del municipio dos mil 661 personas, y Sinaloa es el estado que más campesinos recibe de esta entidad, en el mismo periodo arribaron a sus campos mil 335 campesinos, según los datos de Tlachinollan, que es el principal organismo de acompañamiento a los jornaleros de la región Montaña.