ALEJANDRA ZENZES. EL SOL DE MÉXICO.
Esta semana inició con la difusión de varias alertas en la agenda ambiental: me llaman particularmente la atención los temas de la agenda verde y azul, es decir todo aquello que impacta de manera directa o indirecta en los recursos naturales, los ecosistemas, la flora y la fauna silvestres. Para alguien como yo, que no soy bióloga, ecólogista, zootecnista u otras profesiones afines, y tampoco soy experta en sistemas naturales, lo que mueve mi interés por estos temas es la empatía que la biodiversidad despierta en todos nosotros. Y es que por trillado que se oiga, de la vida en el mar depende la vida en la tierra.
Lamentablemente muchas de las actividades de desarrollo no se hacen considerando el cuidado de la vida sivestre, lo que nos lleva a tener muchas especies enlistadas en la Norma Oficial Mexicana 059, en la que se indica cuáles especies están en peligro de extinción, cuáles están amenazadas, o bien cuáles ya son extintas. Y así como arriba festejabamos estar en los principales lugares de la lista mundial, tenemos que reconocer la falta de aplicación de la ley en torno al respeto a la vida silvestre.
Ahora en cuanto a la riqueza de fauna terrestre tenemos al jaguar que además de ser una especie emblemática de la cultura nacional y que da identidad a muchas regiones del país, en términos biológicos es una especie clave que ayuda a que el ecosistema mantenga los procesos naturales que garantizan la supervivencia de todas las especies, incluyéndonos a nosotros. Lamentablemente, el 80 por ciento de la población de jaguares se ha perdido durante los últimos 50 años y hoy solo quedan en México 4000 ejemplares;, por fortuna en este caso sí existen estrategias impulsadas desde organizaciones no gubernamentales para la recuperación y conservación de la especieque están teniendo éxito, como es el caso del programa Operación jaguar impulsado por Naturalia A.C., tema que será material para otro artículo, ya que merece mucho la pena dar detalles específicos del proyecto.
Otra especie que debemos conocer es el lobo gris mexicano, cuya historia de recuperación es un caso de éxito, porque de ser una especie que desapareció del territorio nacional, gracias a la cooperación binacional México-Estados Unidos se pudo recuperar primero en cautiverio, y postriormente en la vida libre.
Sin embargo, no solo los humanos constituimos una amenaza directa a la biodiversidad, sino también lo son las afectaciones propias del cambio climático; hoy, al igual que en Australia, estamos en la antesala de tener incendios como nunca antes. Y aquí regreso al inicio de este artículo, refiriéndome a otro tema de la agenda ambiental de la semana en curso: el de los incendios forestales.
No queremos que ocurra lo mismo que sucedió hace apenas unos cuantos meses en Australia, donde debido a los incendios forestales, millones de especies de vida silvesre perideron la vida. Imágenes que dieron la vuelta al mundo provocaron que no solo nos aterraran las imágenes del fuego incontrolable; dichas imágenes nos movieron también fibras internas por el sufrimiento que estaban padeciendo las especies. Estimaciones de esta catástrofe en Australia son la muerte de aproximadamente mil millones de animales, considerando sólo mamíferos, aves y reptiles. Este hecho tuvo eco esta semana en México, donde diversas ONGs dieron una conferencia de prensa para hacerle un llamado al gobierno federal sobre la urgencia de equipar adecuadamente la Conafor, ya que, debido al recorte en el programa de empleo temporal, se perdieron miles de estímulos para las personas que se encargan de apagar los fuegos en esta época de sequías;, asímismo se hizo un exhorto para que se garatice la suficiencia presupuestaria y que la Conabio pueda seguir con el monitoreo satelital de focos de incendios en el país. Claramente se dijo en dicho evento: “El impacto que incendios devastadores podrían tener en la biodiversidad de México sería catastrófico, debido a la gran cantidad de especies microendémicas que pueden extinguirse ante eventos de este tipo”.