ANTONIO OCHOA. EL ECONOMISTA.
Los agricultores estadounidenses han vendido muchos de sus inventarios a precios muy inferiores a los actuales y empiezan los vértigos y la zona de los arrepentidos que en muchos casos se manifiestan incumpliendo compromisos
Buenos días, buenas tardes, buenas noches. El primero del 2021, así el saludo revigorizado después de un tiempo fuera de circulación. Lógicamente hay que regresar a tocar tierra corriendo porque los mercados no esperan y este 2021 arrancó meteórico.
Hoy te tengo preparado un popurrí informativo sobre los temas de ocasión. Como sabes, el orden de los aguacates no altera el guacamole, así que en virtud de lo anterior soltamos varios temas que no representan una secuencia ordenada por orden de aparición, importancia, o relevancia, pues una cosa sumada a la otra deriva en la misma idea, y esa idea de momento se caracteriza por la necesidad tácita que tiene el mercado agrícola de cortar la demanda.
Si, así de rápido, en cuestión de unos meses pasamos de tener un mercado sobre abastecido a uno de potenciales faltantes y para intentar hacer énfasis en la zona más delgada hablaremos de la soya en primera línea. ¿Por qué la soya? Bueno pues no es desconocido que la Casa Blanca saliente insistió hasta el cansancio de que China comprara productos agrícolas en estilo.
Los chinos por su parte, parece que acudieron a la cita, las compras de soya se han multiplicado y con China liderando, el programa de ventas a la exportación desde Estados Unidos ha sido comprometido poco más allá del 90% de lo presupuestado y quedan aún más de 6 meses para terminar el año agrícola, con lo cual no se necesita demasiada matemática para hacer evidente que los norteamericanos terminaran rebasando la cifra programada debilitando aún más la precaria situación de existencias.
La combinación de un cultivo mediocre y la extrema demanda adelgazó las existencias norteamericanas a “línea de abasto” si me permites la expresión. En el camino, la esperanza de los compradores esta toda en Sudamérica, tanto Brasil como Argentina y anexas deberían estar en capacidad de salir al quite y aportar abasto al mundo, sin embargo, el clima, que es un factor determinante en esto de lo agrícola, ha sido un tanto hostil, el efecto de “la niña” ha dejado patrones lluviosos erráticos en Sudamérica.
Argentina de hecho, está en un 40% de su superficie con estrés hídrico y eso no es algo que promueva rendimientos. La producción sudamericana no solo ha sido disrumpida por sequía presente, desde el arranque de la campaña la falta de agua obligó a que se sembrara tarde, dentro de ventana óptima de siembra pero tarde de acuerdo a la velocidad de lo que se necesita y una cosa pegada de la otra genera la descomposición en el basto actual que deriva en un mercado alcista de espanto.
¿Por qué es este un mercado alcista? Bueno pues para ir a la zona de facilidad en la explicación digamos que un mercado alcista tiene como propósito cortar la demanda, y eso surge de dos premisas básicas. La primera habla de falta de oferta, la segunda habla de agresividad de la demanda.
Para el caso presente tenemos de las dos sopas. China después de haber superado su Covid se tornó en una aspiradora de productos agropecuarios, mientras que las zonas productivas del mundo restaron producción una geografía atrás de la otra.
La combinación de ambas fuerzas lógicamente resulta en una crecida de precios que busca cortar demanda para no borrar los delgados inventarios existentes, y por otro lado busca atraer inventarios existentes y promover agresivamente producción de nuevo.
En medio de todos esto juega el factor tiempo. Si el precio sube, y las compras no ceden de manifestarse el precio debe subir aun más rápido. Enjuague y vuelva a intentar.
Si encima de todo esto sumamos factores externos y citamos que el dólar ha perdido valor en relación a sus monedas competidoras, supondremos que le da más competitividad a las exportaciones norteamericanas y con más poder de compra, la demanda seguirá en capacidad de aseguramiento, nuevamente enjuague y vuelva a intentar.
Los especuladores captaron la narrativa y se sumaron al frenesí de corto plazo que no tiene una zona natural de freno, el problema con los mercados impulsivos como los presentes. No existe un mecanismo o un tablero de control que prenda una luz cuando el precio llega a esa intersección donde la demanda se corta y por ello se generan muchas veces ángulos tangenciales que dejan cadáveres varios en el camino y no reconocen propios de extraños. Hoy hasta los mismos vendedores están en cierto shock.
Vendieron muchos de sus inventarios a precios muy inferiores a los actuales y empiezan los vértigos y la zona de los arrepentidos que en muchos casos se manifiestan incumpliendo compromisos, o de manera coloquial… rajándose de sus obligaciones, esta práctica no tiene una sola nacionalidad y ya escuchamos ucranianos, brasileños, y anexos defaulteando obligaciones.