GABRIEL MONTIEL AGUIRRE. EL ECONOMISTA.

Cuando hablamos de Empresa Forestal Comunitaria (EFC) en México, nos referimos a ejidos y comunidades que poseen recursos forestales
Este término empezó a usarse cuando los ejidos y comunidades forestales se empezaron a apropiar del aprovechamiento de sus recursos y del proceso de producción forestal, pasando de ser EFC rentistas, a comercializadoras de madera con ciertos niveles de integración.
De acuerdo con datos de la Conafor existen 15,584 ejidos y comunidades forestales donde habitan 11 millones de personas con altos niveles de marginación y pobreza, de los cuales, una amplia mayoría son comunidades originarias y a la vez, una buena parte de estos ejidos y comunidades dependen de sus recursos forestales.
De acuerdo con información del Inegi y el RAN (Registro Agrario Nacional), en el país, se reportan 52 millones de hectáreas como propiedad definida que corresponden a selvas y bosques, de las cuales, 62% pertenecen a ejidos y comunidades.
De la superficie total de selvas y bosques se estima que 21.6 millones tienen potencial para el aprovechamiento comercial y solamente cerca de 6 millones de hectáreas están bajo manejo forestal. Es importante señalar que los índices de deforestación y degradación se presentan en bosques y selvas que no están bajo ningún tipo de manejo forestal, principalmente por cambio de uso de suelo, plagas y enfermedades, tala clandestina e incendios forestales.
La Conafor estima que cerca de 3,000 EFC sustentan 80% de la producción forestal nacional, y de acuerdo a datos preliminares de la Semarnat, la producción nacional para el 2018 asciende a 9 millones de metros cúbicos, producción que equivale a un tercio del consumo aparente nacional, lo que representa altas importaciones que originan un déficit de más de 6,500 millones de dólares al año.
De estas EFC sólo 8% (226 EFC) han logrado integrar la industria de transformación y comercialización con altos índices de gobernanza y nivel empresarial, 92% restante (2,717 EFC) venden su madera en pie o madera en rollo libre a bordo de brecha o puesta en el aserradero.
Este bajo nivel de integración en la mayoría de EFC, se debe, principalmente, a insuficientes capacidades de organización, planeación y autogestión de las personas propietarias y poseedoras de los recursos forestales, y deficiente vinculación de la oferta de profesionales forestales con sensibilidad social, lo que conlleva a una baja capacidad para la transformación de madera en pie o en rollo, rezago tecnológico en la industria de la madera, dificultades para la comercialización de los productos forestales, y falta de acceso a mecanismos de capitalización, inversión y financiamiento.
En la siguiente parte de este mismo artículo, comentaré acerca de algunas barreras de financiamiento en este tipo de empresas para las cuales FIRA, conjunto de fideicomisos originados en el Banco de México, ofrece una alternativa para fortalecer su desarrollo.
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Uno de los retos más importantes que enfrenta México en el sector forestal es el de incorporar mayor superficie al manejo forestal, así como incrementar la producción mediante un uso más sustentable y eficiente de los recursos forestales
Una de las estrategias de FIRA para contribuir al desarrollo forestal sostenible es la de impulsar el financiamiento para elevar la productividad y rentabilidad de las empresas del sector forestal a lo largo de la cadena de valor, considerando necesario para esto mejorar los niveles de productividad y rentabilidad financiera, sobre todo de las empresas forestales comunitarias (EFC), mediante el fortalecimiento de las capacidades gerenciales y empresariales de las personas que dirigen y administran estas EFC, con un enfoque sostenible.
Entre las barreras para el financiamiento en el desarrollo de este sector tenemos, sin embargo, falta de garantías reales, organización deficiente, falta de visión empresarial, dificultad para la toma de decisiones ágiles y zonas con altos índices de marginación e inseguridad.
Bajo esta perspectiva de baja producción y bajo desarrollo tecnológico y empresarial que limitan las oportunidades de financiamiento, FIRA ha impulsado algunas iniciativas con organismos financieros internacionales interesados en la conservación de los recursos naturales y de la biodiversidad, entre los que destaca el Programa de Inversión Forestal (Proinfor) que fue gestionado con un banco de desarrollo alemán (KW), y cuyos objetivos son: conservar la biodiversidad, incrementar la producción forestal y mejorar las condiciones de vida de los dueños y poseedores de los recursos, así como de la población que habita en las regiones forestales productoras del país.
Estos objetivos se alcanzarán mediante el fortalecimiento de las EFC a través de un mejor acceso al crédito, así como con medidas de acompañamiento entre las que se incluye la asistencia técnica.
Este programa está orientado exclusivamente a atender EFCs tanto de bosques de clima templado frío como selvas tropicales, que cuentan o que están interesadas en una certificación con estándares internacionales de la Forest Stewardship Council (FSC), ya sea en manejo forestal sustentable o en cadena de custodia, y que sean elegibles para financiamiento con FIRA. Asimismo, se busca la capitalización de estas empresas mediante inversiones en activos (créditos refaccionarios) y en toda la cadena de producción forestal.
Finalmente, podemos decir que el impacto que se busca con esta iniciativa es aumentar la participación crediticia en el financiamiento al sector forestal a través de proyectos de desarrollo forestal sustentable para generar mayores beneficios económicos en las EFC, contribuir a la conservación de los recursos naturales, la protección de la biodiversidad, la calidad de los servicios ecosistémicos y la mitigación de los factores que inciden en el cambio climático.
*Gabriel Montiel Aguirre es especialista de la Subdirección de Pesca, Forestal y Medio ambiente en FIRA. La opinión es responsabilidad del autor y no necesariamente coincide con el punto de vista oficial de FIRA.