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Una muy seria disputa por el agua

RAMÓN AGUIRRE DÍAZ. EXCELSIOR.

No es nada nuevo. De hecho, el pasado mes de enero en esta columna abordamos en dos ocasiones el tema de la importancia y necesidad de cumplir con la entrega del agua de México a Estados Unidos conforme a lo pactado en el Tratado de Distribución de Aguas Internacionales de 1944, del cual nuestro país está siendo altamente beneficiado. Un incumplimiento de nuestra parte podría derivarse en la exigencia de Estados Unidos de renegociar el mencionado Tratado de 1944 mediante el cual los americanos se comprometen (y han cumplido cabalmente) a entregarnos anualmente 1,850 millones de metros cúbicos (Mm3) de agua en el río Colorado a cambio de que México entregue un promedio de 431.7 Mm3 en el río Bravo; es decir, recibimos 4.3 veces el agua que nosotros devolvemos.

Más aún, para facilitarle a México el cumplimiento del tratado, en 1969 se firmó el Acta 234, donde se acordó que el compromiso de México podría cumplirse en periodos de cinco años, con un volumen de entrega quinquenal por 2,158.6 Mm3, pudiendo entregar más agua en años lluviosos y menos en años secos. En el caso de que por alguna causa no se alcanzara a cumplir dicho volumen quinquenal, este adeudo debería cubrirse en el siguiente quinquenio.

¿Por qué se pactaría tratado tan conveniente para nosotros? Una posible explicación es que Estados Unidos se encontraba preocupado en otros asuntos, principalmente en la Segunda Guerra Mundial, y que México era un buen aliado. Incluso en ese año, 1944, mandó al Escuadrón 201 a Estados Unidos para entrenarse en aviación y posteriormente participar directamente en la guerra junto a la Fuerza Aérea estadunidense. Los términos de estos acuerdos, con toda seguridad, no se pactarían con las mismas condiciones en esta época, las condiciones han cambiado y hay mucho mayor demanda de agua en estas zonas desérticas y semidesérticas de ambos países. El pasado quinquenio concluyó en 2015 con un atraso de México por 243 Mm3 y este quinquenio concluye en el próximo mes de octubre. En los acuerdos no está previsto un segundo incumplimiento y nuestra falta puede derivarse una exigencia de Estados Unidos en retomarlos, lo que de ninguna manera nos conviene.

Pero sacar agua de las presas se ha convertido en un tema social y político significativo, ya que los agricultores del estado de Chihuahua no aceptan que se extraiga el agua de las presas, en este caso de la presa Las Vírgenes, donde un aumento en la extracción de 6 a 20 metros cúbicos por segundo (m3/seg) ha generado una gran disputa y mientras que la Conagua afirma que hay agua suficiente para cumplir con el tratado y para las necesidades de riego, la respuesta de esta semana de los agricultores chihuahuenses fue incendiar instalaciones de la Conagua, del gobierno del estado, dos casetas y seis vehículos gubernamentales.

Si el extraer 20 m3/seg ha generado tal reacción, habría que tener claro que se requiere de mucho más: según la información disponible, al 18 de julio todavía nos faltaban por entregar 499.1 Mm3 para cumplir con el tratado. Esto significa que durante los siguientes casi tres meses se deberán entregar del orden de 60 m3/seg, el triple de lo que ha generado el problema con los agricultores.

En contraparte, habría que imaginar qué pasaría con los agricultores de Baja California y Sonora —que reciben el agua del río Colorado, principales beneficiarios del tratado— si un nuevo acuerdo con Estados Unidos fuera de metro cúbico entregado por metro cúbico devuelto, 1 x 1. Por algo se ha insistido: el agua debería ser un asunto de seguridad nacional y realmente de prioridad para la gobernanza de nuestro país.

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Una muy seria disputa por el agua (II)

El asunto es muy delicado y pasa a ser más allá de sólo coyuntural. No se trata de una sequía en el norte del país que impida entregar millones de metros cúbicos (Mm3) a los agricultores de Texas como un compromiso mexicano ineludible. El principal problema es que el crecimiento de la demanda de agua en nuestro lado, particularmente en Chihuahua, hace muy difícil, si no es que imposible, cumplir con el Tratado de Distribución de Aguas Internacionales de 1944. Chihuahua ha tenido un aumento en la demanda más allá de las previsiones originales; ésta, hace 76 años, era del orden de 900 Mm3 de agua y ahora es cercana a los 1,800 Mm3, según últimos datos.

En los estudios elaborados con fines del tratado, se había considerado que la demanda de agua en Chihuahua se incrementaría a los 1,275 Mm3, pero esta previsión ha sido ampliamente rebasada y ahora las cuentas no salen. Por ello no cumplimos hace cinco años, cuando concluyó el ciclo 34 quedamos a deber 243 Mm3. Ahora, obligatoriamente, al concluir el ciclo 35 este próximo 24 de octubre, deberíamos no sólo de pagar ese adeudo, sino también cumplir con la cuota quinquenal, que para finales del pasado mes de julio faltaban 499 Mm3 por entregar. Esto es simplemente imposible de realizar por la limitada capacidad de la infraestructura.

Debido a este casi seguro incumplimiento, la Secretaría de Relaciones Exteriores tendrá que aplicar sus mejores oficios para desactivar un problema que hemos venido generando al incrementar nuestras necesidades en esta zona árida y semiárida de la frontera. No sólo se está incumpliendo a los agricultores de Texas y de Tamaulipas, sino incluso a las ciudades fronterizas que requieren de agua para el consumo público urbano, como Acuña, Piedras Negras, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, que han venido sufriendo por la escasez de agua en el río.

¿Por qué México tiene la obligación de entregar un volumen quinquenal por 2,158.6 Mm3 a Estados Unidos? Lo primero que debería aclararse es que el Tratado de 1944 no se refiere a un simple intercambio de agua, donde México sale beneficiado recibiendo 4.3 veces el agua que entrega. Este tratado se remonta a discusiones de décadas entre ambos países, donde había prevalecido el criterio de la Doctrina Harmon, la cual afirmaba que cada país puede utilizar los recursos de agua que escurran dentro de su territorio como estime conveniente a su interés nacional, sin ninguna responsabilidad de lo que pase más allá de las fronteras. Un criterio, por supuesto, genera serios problemas en el caso de ríos que cruzan de un país a otro, ya que la construcción de presas puede dejar sin agua a usuarios de otros países sin reconocerles derecho alguno.

Afortunadamente, dadas las buenas relaciones de la época entre México y Estados Unidos, fue posible llegar a un importante y beneficioso acuerdo con los americanos con base en la tesis del experto abogado estadunidense Henry Farnham, quien afirmaba que “un río que corre por el territorio de varios estados o naciones es propiedad común y ningún grupo humano puede afirmar y ejercer unos derechos y una propiedad que priven a otros que tienen iguales derechos”. Lógico establecer esto para un elemento básico para la vida, la salud y la productividad de los países.

De acuerdo con esta tesis, la cual ha dominado el criterio internacional sobre derechos del agua, está claro que el agua no es de donde llueve y escurre, sino de todos los usuarios históricos de los ríos, que, en este caso, se trata de los agricultores estadunidenses y a los usuarios de Tamaulipas que tienen el derechoal agua. No es una graciosa concesión.

El asunto tiene muchas aristas por los usos clandestinos y por la exigencia de agricultores chihuahuenses de mayor claridad de la Conagua respecto a las aguas que se han extraído de las presas. Por lo pronto, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha afirmado que el agua es de la nación y que se cumplirá con el tratado. El problema es que fácil no está ni ahora ni en el futuro.

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Una muy seria disputa por el agua (III)

El tema es muy complicado y más aún cuando esta misma semana hay noticias de que fracasaron las negociaciones con la Conagua y los agricultores y autoridades de Chihuahua rompieron el diálogo, quienes piden que no se extraiga agua de la presa la Boquilla.

El 24 de octubre se vence el plazo y estamos a pocas semanas del incumplimiento de México con el compromiso de entrega de agua a Texas, conforme a lo acordado en el Tratado de Distribución de Aguas Internacionales de 1944, que, a manera de resumen, indica: por parte de Estados Unidos el reconocimiento de que México tiene derecho a un volumen garantizado de 1850.2 millones de metros cúbicos (Mm3) anuales del río Colorado y México a su vez reconoce que Estados Unidos tiene derecho a una tercera parte del agua de los ríos Conchos, San Diego, San Rodrigo, Escondido, Salado y Arroyo Las Vacas en un volumen no menor a 431.7 Mm3 anuales.

Aquí vale la pena hacer una reflexión sobre la expresión “tener derecho”, que es “reconocer que algo es de alguien por justicia de igualdad” y para este caso relativo a los usuarios históricos del agua, significa que no se les debería restringir o limitar el abasto con motivo de la construcción de nuevas obras como presas o derivaciones, o por un mayor aprovechamiento del agua de los usuarios aguas arriba. Precisamente, por eso se pactan, incluso, los volúmenes a los que la contraparte reconoce como derecho del otro.

En el primer artículo de esta serie, publicado el pasado 31 de julio, comenté que se requerirían extraer 60 metros cúbicos por segundo (m3/s) para cumplir con el compromiso, pero dada la resistencia de los agricultores de Chihuahua esto no ha sido posible y conforme a la última contabilidad, ahora habría que mandar 80 m3/s.

Está claro que el tema es muy complicado y más aún cuando esta misma semana hay noticias de que fracasaron las negociaciones con la Conagua y los agricultores y autoridades de Chihuahua rompieron el diálogo, quienes piden que no se extraiga agua de la presa la Boquilla (que tiene unos 1,000 Mm3), que se mantenga el nivel de la presa el Granero para que sólo se saque el agua que entre y, eso sí, que de los 200 Mm3 de la presa las Vírgenes se extraigan 100 Mm3.

Lo anterior, por supuesto, que no permitiría no sólo cumplir con el tratado (ya que nos faltan por entregar del orden de 400 Mm3), sino que dejaría sin agua a usuarios de Tamaulipas que también tienen derechos históricos. Al parecer, la última esperanza es que nos salve un huracán que aporte suficiente agua como para resolver el problema. Una apuesta con probabilidad menor al 10% conforme a los datos estadísticos.

Por su parte, la sección estadunidense de la Comisión Internacional de Límites y Aguas emitió un comunicado a finales de julio exigiendo el cumplimiento del compromiso, afirmando que México sí cuenta con el agua y enfatizando, además, que “los agricultores y las ciudades del sur de Texas dependen de esa agua para pasar el verano”.

Mala idea generar un conflicto internacional y más en estas fechas, ya que viene una campaña electoral en Estados Unidos donde corremos el riesgo de ser botín de campaña y peor aún, de que se decida unilateralmente cancelar un tratado altamente beneficioso para nosotros, con el argumento los mexicanos no sabemos cumplir con nuestros compromisos.

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ORIGINAL: https://www.excelsior.com.mx/opinion/opinion-del-experto-nacional/una-muy-seria-disputa-por-el-agua/1397097

https://www.excelsior.com.mx/opinion/opinion-del-experto-nacional/una-muy-seria-disputa-por-el-agua-ii/1399813

https://www.excelsior.com.mx/opinion/opinion-del-experto-nacional/una-muy-seria-disputa-por-el-agua-iii/1402443

 

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