El estado de Guerrero enfrenta uno de los retos sociales, económicos y de seguridad más complejos del país: la transformación de aproximadamente 50 mil hectáreas dedicadas al cultivo ilícito de amapola hacia actividades agrícolas legales, sustentables y económicamente viables para las comunidades campesinas. La amapola, cultivada principalmente en las zonas serranas y de difícil acceso de Guerrero, ha sido durante décadas la fuente de ingresos para miles de familias campesinas que enfrentan condiciones de marginación extrema. La falta de infraestructura, caminos, servicios básicos y alternativas económicas ha perpetuado esta actividad ilegal que alimenta la producción de opio y heroína. Autoridades federales y estatales, en coordinación con organismos internacionales, trabajan en programas integrales de sustitución de cultivos que buscan ofrecer alternativas económicas realistas y sostenibles. Sin embargo, cualquier estrategia exitosa debe reconocer la complejidad del problema y atender múltiples factores simultáneamente. Los programas de sustitución incluyen el fomento de cultivos legales de alto valor como el café orgánico de especialidad, que puede alcanzar precios premium en mercados internacionales. El café de altura de Guerrero tiene potencial para competir en calidad con los mejores cafés mexicanos, pero requiere certificaciones, capacitación en beneficiado húmedo y acceso a mercados especializados. El cacao es otro cultivo prometedor para la región. Las condiciones climáticas de algunas zonas de Guerrero son ideales para cacao de calidad, y la creciente demanda de chocolate artesanal mexicano crea oportunidades de mercado. Sin embargo, el cacao requiere inversión inicial considerable y los árboles tardan varios años en producir. Los frutales como aguacate, mango y limón persa también se promueven como alternativas, aprovechando las diversas condiciones climáticas del estado. El aguacate particularmente tiene demanda internacional insaciable, aunque su cultivo enfrenta controversias ambientales en otras regiones. Más allá de los cultivos alternativos, los programas incluyen componentes fundamentales de capacitación técnica en prácticas agrícolas modernas, manejo de plagas y enfermedades, conservación de suelos, y agricultura orgánica. Muchos productores tienen habilidades agrícolas tradicionales pero carecen de conocimiento sobre técnicas contemporáneas que mejoran rendimientos y calidad. El acceso a crédito y financiamiento es crucial. Los bancos comerciales generalmente no operan en estas zonas, por lo que programas gubernamentales y cooperativas de ahorro deben proveer capital para compra de insumos, herramientas, y sostenimiento de las familias durante el periodo de transición antes de que los nuevos cultivos generen ingresos. La infraestructura es igualmente importante. Sin caminos adecuados, los productos agrícolas no pueden transportarse eficientemente a los mercados. Los programas incluyen construcción y mejora de caminos rurales, sistemas de almacenamiento refrigerado, y conectividad digital para acceder a información de precios y oportunidades comerciales. Los apoyos para comercialización son esenciales para evitar que intermediarios acaparen las ganancias. Se busca organizar a productores en cooperativas que puedan comercializar colectivamente, agregar valor mediante procesamiento básico, y acceder directamente a compradores mayoristas o mercados de exportación, similar a las estrategias exitosas de exportación. El componente de seguridad no puede ignorarse. En muchas regiones, grupos criminales controlan el territorio y coaccionan a campesinos para cultivar amapola. Cualquier programa de sustitución debe incluir presencia estatal que garantice la seguridad de las familias que optan por la legalidad. Los programas enfrentan desafíos significativos. El precio de la goma de opio es mucho más alto por kilo que la mayoría de productos agrícolas legales, y la amapola requiere menos agua y cuidados que muchos cultivos alternativos. Además, los compradores ilegales llegan directamente a las parcelas, mientras que los productos legales requieren transporte a mercados distantes. El éxito a largo plazo requiere un enfoque integral que combine desarrollo agrícola con educación, salud, servicios básicos y oportunidades para jóvenes. Solo mejorando integralmente las condiciones de vida en estas comunidades será posible una transición sostenible hacia la legalidad.