Las abejas son polinizadores esenciales para la agricultura y la biodiversidad en México, contribuyendo directamente a la producción de aproximadamente el 75% de los cultivos destinados al consumo humano, incluyendo frutas, verduras, oleaginosas y cultivos forrajeros. México ocupa una posición privilegiada como uno de los principales productores de miel a nivel mundial, con una producción anual que supera las 60 mil toneladas. La apicultura mexicana genera ingresos para más de 40 mil apicultores, muchos de ellos pequeños productores y comunidades indígenas que han mantenido esta tradición por generaciones. La península de Yucatán es particularmente reconocida por la producción de miel de abeja melipona, una especie nativa sin aguijón que era sagrada para los mayas. Esta miel posee propiedades medicinales únicas y es considerada un producto gourmet en mercados especializados. Sin embargo, las poblaciones de abejas nativas enfrentan amenazas aún mayores que las abejas europeas introducidas. Las poblaciones de abejas en México y el mundo enfrentan un fenómeno preocupante conocido como Síndrome de Colapso de Colonias (CCD). Las amenazas son múltiples y actúan de forma sinérgica: el uso intensivo de pesticidas neonicotinoides afecta el sistema nervioso de las abejas, comprometiendo su capacidad de orientación y comunicación. La pérdida de hábitat por expansión agrícola elimina las fuentes de néctar y polen, así como sitios de anidación. El cambio climático altera los ciclos de floración y afecta la sincronía entre plantas y polinizadores. Enfermedades como la varroasis, causada por el ácaro Varroa destructor, debilita las colonias y facilita la transmisión de virus letales. La africanización de colonias en algunas regiones también presenta desafíos de manejo para los apicultores. Apicultores y organizaciones ambientalistas promueven activamente prácticas agrícolas amigables con polinizadores. Esto incluye la reducción del uso de pesticidas sintéticos, especialmente durante la floración, y la adopción de controles biológicos de plagas. El establecimiento de corredores biológicos con vegetación nativa permite que las abejas encuentren alimento diverso durante todo el año. Programas de agricultura regenerativa integran la apicultura con cultivos agrícolas, creando sistemas productivos mutuamente beneficiosos. Los cultivos reciben mejor polinización aumentando rendimientos, mientras las abejas tienen acceso a recursos florales abundantes, lo cual beneficia también a sectores como la producción de fresas y otros frutales. La educación ambiental es fundamental para generar conciencia sobre la importancia de los polinizadores. Iniciativas ciudadanas como jardines urbanos con plantas melíferas, hoteles de abejas nativas, y la prohibición de pesticidas en espacios públicos contribuyen a crear entornos urbanos más amigables con estos insectos vitales. La investigación científica sobre abejas nativas mexicanas busca comprender mejor sus necesidades ecológicas y desarrollar estrategias de conservación específicas. El conocimiento tradicional de comunidades indígenas sobre manejo de abejas sin aguijón está siendo documentado y valorado como patrimonio biocultural invaluable.